Hoy en día la principal fuente de energía en Chile es la energía eléctrica la que es utilizada por medios tradicionales como la hidroeléctrica, térmica, eólica, solar, etc aunque las últimas tienen un menor uso debido a su poco desarrollo. Otras energías como el petróleo generalmente son importadas ya que existe una baja producción nacional mientras que el gas natural va ascendiendo en calidad. Dado a que Chile es un país con pocos recursos naturales su economía, a lo largo de la historia, se ha caracterizado por ser dependiente a las importaciones para su posible avance económico.

En el último tiempo ha existido una confrontación por parte de personas, grupos y sociedades de protección ambiental debido a la aceptación del proyecto HidroAysén el cual lleva una inversión cercana a los 3.200 millones y va a estar ubicado en los ríos Baker y Pascua. La mayor crítica que proviene de la oposición es que Chile debería reemplazar la energía convencional por energía renovable para que no destruya el paisaje de la Patagonia.
En el siguiente artículo se refleja la opinión de expertos en la materia que nos ayudan a entender sobre el costo de una de las energías renovables, la solar.
Reportaje: Energía Solar
“Triplica el valor del sistema”
Energía solar e intereses del mercado
Actualmente está de moda hablar de energías renovables como la energía solar. Acostumbramos a hablar de los daños medioambientales y del aprovechamiento de las emisiones solares que hay en el Norte de Chile. Pero ¿conocemos realmente quién controla, quién administra y cuánto vale la energía solar para un uso doméstico?
La mayoría de los hogares chilenos se caracterizan por ocupar la típica energía que ofrecen las empresas como Chilectra. Esta nace de combustibles fósiles, como el carbón, y es cada vez más costosa. Por esto, el uso de energías renovables no convencionales es una opción cada vez más seria. Acá está la solar que, como su nombre lo indica, se produce a través del sol, gracias a paneles fotovoltaicos que transforman la energía de los rayos en electricidad. Además permite bajar los niveles de contaminación atmosférica, al ser una energía limpia, inagotable y reemplazante de otras que sí impactan negativamente al medioambiente.
A pesar de todos estos cambios de pensamiento que están generándose en el mundo, y en particular en Chile, las personas comunes y corrientes siguen sin entender los beneficios y costes de “lo solar”; y es más, ven como algo imposible el uso de paneles solares, iguales a los de una calculadora, para generar electricidad real, de uso residencial. A este tipo de uso se le denomina net-metering (medición neta), y es usado en distintos países europeos y en EE.UU. Tampoco la gente conoce que el gobierno ha propuesto proyectos de ley relacionados con la medición neta, como el anunciado en el mes de junio por el biministro de Minería y Energía, Laurence Golborne, que busca incentivar y potenciar la generación de energías no renovables en hogares, pequeñas empresas y edificios, financiando así inversiones de paneles fotovoltaicos. “Esto permitirá descontar la energía que estén inyectando al sistema, a través de la factura de la empresa concesionaria o distribuidora. Hay que dar un decidido apoyo al desarrollo de las energías renovables, con el fin de realizar una contribución a una energía limpia y sustentable”, explica Golborne.
Roberto Molina, socio fundador de Conama y experto en gestión medioambiental, tiene una opinión aparte sobre el conocimiento social de las energías solares. “De esta energía se sabe mucho. Si le preguntas a cualquier niño de Octavo Básico te puede dar una cátedra sobre la energía solar. Además, comparándonos con Latinoamérica, estamos muy por encima. El problema es que esos niños nunca tuvieron y nunca tendrán un panel solar en sus manos”.
Teniendo en cuenta lo anterior, es extraño pensar que en nuestro país existan varias empresas dedicadas exclusivamente al comercio de productos solares. Una de ellas es Solener, que instala su tecnología, especialmente, en empresas de telecomunicaciones, señalización de carreteras y en alumbrado público. “Empezamos en el mundo residencial, pero la demanda fue bajando con el tiempo. El problema era el precio de la energía solar, de sus productos. Terminamos orientados a empresas grandes, porque sólo para ellas es beneficioso, no para las personas”, cuenta Alejandro Ortega, ingeniero civil eléctrico y gerente general de Solener.
El desierto y su concentración solar
Por otro lado, hay que entender también la alta capacidad de insolación de Chile comparada con el resto del mundo. Según estudios realizados por Schüco, empresa centrada en la fabricación de edificios con tecnología solar, “cada metro cuadrado de Chile recibe del sol entre 900 y 2200 kWh (kilovatios hora) de energía al año. Esta energía corresponde a un valor calorífico neto promedio equivalente a 200 litros de petróleo diesel o 250 m³ de gas natural aproximadamente”. Y así es, Chile tiene grandes índices de concentración solar, no sólo en el Norte, sino en todo el país. Esta riqueza energética es más conocida por la personas, pues por ejemplo, recordando las manifestaciones contra Hidroaysén, se pedía que en vez de generar electricidad con hidroeléctricas en el Sur, por sus hermosos paisajes, construyeran paneles de energía solar en el desierto del Norte.
Igualmente, todos concuerdan en que la Zona Norte de Chile tiene una radiación solar muy alta, que permitiría construir una planta fotovoltaica de gran magnitud y efectividad. Y con respecto a esto, Valerio Fernández, director de la explotación Abengoa, ubicada en la mayor central de energía solar del mundo (Solucar, en el sur de España), revela que “en el Norte de Chile se podría tener un 20% o 30% más de radiación solar que acá. Eso significa reducir los costes de inversión relativa a kWh para generar electricidad”.
Lo dicho por Fernández es apoyado por Cristián Sjögren, fundador de Solar Chile, empresa que en junio ganó el premio internacional Acces to Market and Finance Award por su innovadora propuesta relacionada con la energía solar. “La compañía planea apalancar las mejores tecnologías, estructuras de financiamiento y conocimiento local, y así acelerar el tiempo necesario para que la energía solar en Chile sea competitiva; y es más, nuestro sueño es transformar al desierto de Atacama en un referente mundial de energía solar”.
Intereses privados
Sin embargo, instalar estas enormes centrales solares es algo muy costoso. Y en eso el gobierno está claro, como el mismo biministro Golborne, que señala que “las plantas solares son extremadamente caras, y triplicarían el valor del sistema que tenemos, que es de alrededor de 80 dólares de mWh contra los 250 dólares de mWh de la energía solar”.
Martínez piensa de manera similar: esas instalaciones son totalmente viables técnica y políticamente, y el problema está enfocado en el tema económico. Pero plantea otro punto de vista. “Todo suena perfecto cuando se habla de poner estos paneles solares en el desierto. Pero se les olvida lo económico, y en Chile las empresas privadas son las que tienen el monopolio energético. Para ellas no es rentable la energía solar comparada con la de carbón. Ese es el problema, la rentabilidad”. Y agrega que “es un inconveniente de nuestra economía de mercado, que se centra en lo que es más favorable para las empresas y no para las personas. Sólo la gente con un buen sueldo puede gastar en energías renovables, pero poner paneles en una población es imposible, porque es muy caro y nadie va a hacerse cargo del costo, pese a los beneficios medioambientales que trae”.
Así, continúan agregándose teorías económicas para poder implementar este tipo de energía, teorías que finalmente llegan a lo mismo. Como la de Ortega, quien plantea fehacientemente que “se pierde mucha energía solar día a día. La solución para el net metering, el uso generalizado y el desarrollo de la energía solar es el subsidio estatal. Es la única forma para que las personas puedan contratar estos servicios, y la única forma para que las grandes mineras contraten estos productos, que los dejan de lado por no ser rentables”.
Este problema puede verse graficado con la franquicia tributaria implementada por el gobierno el año pasado. Consiste en incentivar a las constructoras a que instalen tecnologías solares térmicas, con un beneficio tributario que puede llegar a subsidiar el 100% de los gastos en paneles solares térmicos de viviendas nuevas, dependiendo del precio de éstas.
Según Uwe Kirschner, gerente general de Robert Bosch S.A. Junkers Chile, “esto es un estímulo importante para el desarrollo y la implementación masiva de la energía solar. Las constructoras esperaron con muchas ansias esta franquicia, que cambiará las decisiones del consumidor al momento de seleccionar su vivienda”. No obstante, esto se relaciona mucho con las trabas económicas que nombraban los expertos Martínez y Ortega, pues la motivación –en este caso el subsidio– está dirigido a las empresas nuevamente y no a las personas, que siguen teniendo las mismas dificultades económicas para demandar productos solares.
Finalmente, todo llega a lo inicial. El nulo uso solar de las personas está condicionado por obstáculos económicos e intereses privados, los que a su vez están directamente ligados con el conocimiento de los temas energéticos. “El Ministerio de Energía tiene el plan ‘Cambia el Switch’, para no desperdiciar energía. Pero esto no es lo primordial, ya que Chile es eficiente en su uso. Hay que ocupar más fuentes de energía, eso sí es urgente”, añade Martínez. Y esto lo complementa Ortega, quien agrega que “el gobierno tiene que mejorar sus políticas públicas, tiene que subsidiar, para que la energía solar sea rentable y finalmente pueda ser usada por todos. El paso siguiente es educar a las personas sobre los beneficios de estas energías renovables, pero el primer paso es del gobierno y de sus políticas económicas”.
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